UN DÍA DE VERANO

UN DÍA DE VERANO

De Jon Fosse

Por Alfredo Staffolani

Los seres humanos hacen su propia historia, aunque bajo circunstancias influidas por el pasado.

Karl Marx

La espera a través de una ventana. Una especie de umbral entre ficción y realidad.

Los límites de la necesidad, que son demasiado grandes y es necesario elegir.

Una historia que se centra en un matrimonio, o en los restos fragmentados de una pareja. Una crisis, mucho silencio, la distancia y la incertidumbre, hacen de esta propuesta su conexión personal.

La ausencia, la falta de respuestas, junto con los recuerdos, irán hilvanando su propio relato con sus propios personajes.

Una reflexión sobre la soledad desde la mirada de diversos tiempos, el pasado y el presente, tejiendo situaciones y reviviendo los acontecimientos que llevaron al desamparo del personaje de MARÍA IBARRETA; que por cierto se destaca por su credibilidad, su impactante estado de melancolía, de adormecimiento frente al tiempo, y propone una dinámica de vaivén entre el ayer y hoy e invita a una reconstrucción personal y creativa. Excelente su interpretación.

La escenografía es escueta, unos sillones y una pared muy original que girará sobre el ir y venir del tiempo, para abrir y cerrar las diferentes etapas de la vida.

Muy bello el detalle en el vestuario, en su colores y modelos, al igual que el calzado, que permiten identificar los personajes del pasado con los actuales. 

Fosse, autor, reconocido mundialmente. Ésta dramaturgia lleva su sello, “Un día de verano” tiene como punto de partida el realismo: se desarrolla en un sitio reconocible o imaginable, el paisaje es a las afuera de la ciudad, junto a un fiordo, el viento, la garúa y desolación de un pueblo con pocos habitantes aparentemente, es donde suceden los acontecimientos. A partir de ahí las  situaciones cotidianas, temas universales como la continuidad de la vida a pesar de la carencia de respuesta ante acontecimientos terribles. No obstante, hay una serie de elementos que desestructuran el planteo inicial y señalan una zona de sombras detrás de lo aparentemente conocido.

El director Alfredo Staffolani, es quien tradujo la obra, logra un trabajo delicado, íntimo y equilibrado; proporcionándoles a los actores un conocimiento pleno de sus posibilidades expresivas y corporales, permitiendo así que fluya la profundidad de los sentimientos, llevándolo al espacio para conmover al espectador.

♪ Más allá de todo lo que pasó, las heridas y el dolor, lo difícil que será el sentarme a esperar…

♪Nada se termina con un error, nada está perdido para el amor. Siempre aquí te espero.

♪ (Aquí te espero) Abel Pintos.